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30 diciembre 2008

CAFÉ DE HANSEN Y LA USINA. DESCUBRIMIENTO ARQUEOLOGICO EN FIGUEROA ALCORTA Y SARMIENTO. NOTA COMPLETA

EL PASADO PORTEÑO: DESCUBRIMIENTO ARQUEOLOGICO EN FIGUEROA ALCORTA Y SARMIENTO
Hallan restos de un mítico café tanguero y túneles de una usina
Por: Silvia Gómez
www.clarin.com Sábado 27, Diciembre 2008

Se trata del Café de Hansen, una de las cunas del tango en la Ciudad. Funcionó entre 1877 y 1912 y aparece nombrado en tangos y películas. La usina, construida en 1883 por orden de Sarmiento, era para abastecer al Parque Tres de Febrero.



Debajo de unos 50 centímetros de tierra continúa oculto el piso de uno de los reductos más célebres de la Ciudad. En el cruce de las avenidas Figueroa Alcorta y Sarmiento (esquina SE), frente al Planetario, entre el Club de Amigos y Av. Sarmiento, un grupo de arqueólogos descubrió restos del Café de Hansen, inaugurado en 1877 y considerado como una de las cunas del tango, que se terminó de masificar en 1890. Allí, según describen algunas crónicas de la época, en las noches de milonga se podía ver a " la rubia Mireya ", la que popularizaron Manuel Romero y Francisco Canaro en el tango "Tiempos viejos". Es el mismo café en el que se prohibió tocar y bailar la milonga "El esquinazo", porque los parroquianos seguían el ritmo golpeando las copas con los cubiertos: "Nada me importa de tu amor, golpea nomás, el corazón me dijo. Que tu amor fue una farsa, aunque juraste y juraste que eras mía".

Pese a su popularidad el café no se salvó de la picota y fue demolido por orden del intendente Joaquín S. de Anchorena en 1912. Así, buscando ampliar los accesos hacia el velódromo, el intendente terminó por derribar un café tan pródigo en leyendas y mitos como en contradicciones.

Es que historiadores, arqueólogos, cronistas y aún testigos de la época no logran ponerse de acuerdo sobre quiénes frecuentaban el café y qué cosas sucedieron en la casona. Enrique Cadícamo lo describió como "un salón de baile, concurrido por gente calavera de diferentes rangos. Era un ambiente bravo, pero muy divertido". El compositor, uno de los preferidos de Carlos Gardel, delineó un perfil del lugar casi como si lo hubiera conocido. Pero Cadícamo nació en 1900. ¿Habrá ido antes de su demolición, con menos de doce años de edad, o transmitió lo que alguien le contó?

Otros aseguran que el lugar era frecuentado por la clase alta de Buenos Aires y que incluso no se bailaba tango porque estaba prohibido, como en todos los sitios públicos por aquellas épocas. Lo cierto es que el café tuvo dos dueños que dejaron su impronta: "El propietario original, Juan Hansen, transformó la vivienda que se cree que fue una de las que tuvo Juan Manuel de Rosas en Palermo. Se dice que los parroquianos bailaban, sotto voce, en el patio trasero", describe Daniel Schavelzon, de la Dirección General de Patrimonio e Instituto Histórico porteño, también al frente del Centro de Arqueología Urbana de la UBA. El caserón le daba la espalda a Figueroa Alcorta y desde una galería y sus terrazas se podía ver, hacia el frente, el Río de la Plata. Para 1892 cambió de dueño y, ya con el tango instalado como un ritmo popular, hicieron su aparición orquestas, músicos y bailarines.

Hoy sólo pueden verse, debajo de en una carpa que montó el Ministerio de Cultura porteña, los restos de una botella y un pequeño trozo del piso de ladrillos: "La idea es seguir excavando pero vamos a aprovechar el hallazgo para instalar la zona como un paseo en el que los vecinos conozcan el perfil que tenía la Ciudad en aquellos años", prometió el ministro Hernán Lombardi. Muy cerca de donde estaba el Café de Hansen el intendente de Buenos Aires durante la dictadura, Osvaldo Cacciatore, mandó a construir una fuente que será reemplazada por un escenario dedicado al tango.

A metros del Café de Hansen, cruzando Figueroa Alcorta primero y Adolfo Berro después, el mismo equipo de arqueólogos halló entre el Jardín Japonés y Av. Sarmiento, una red de túneles y sótanos que aún están en recuperación. Los túneles son de 1883 y eran parte de la infraestructura de la que sería la primer usina eléctrica de la Ciudad. La orden de construirla fue de Domingo F. Sarmiento, cuando era director del Parque Tres de Febrero. "Por entonces no había un sistema centralizado de electricidad. Esta usina sirvió para iluminar el parque, inaugurado dos años después, y muestra la envergadura de la creación del paisajista francés Carlos Thays", describe Néstor Zakim, de la Dirección General de Patrimonio.

Los túneles tienen alrededor de un metro de diámetro y están revestidos con ladrillos, sostenidos por vigas de hierro. Y en medio de la tierra, los escombros y la humedad, los antropólogos auguran más descubrimientos.

Ubicados debajo de la sede del MOA -Monumentos y Obras de Arte, en donde se restauran y reparan los monumentos de la Ciudad- la idea es que los túneles puedan ser visitados por la gente. Pero los trabajos recién comienzan. Antes habrá que poner en valor los edificios que están sobre los túneles, ahora prácticamente en ruinas y abandonados, pese a que allí hay gente trabajando y que ocupan un lugar preferencial de la Ciudad, a metros del Jardín Japonés. De hecho es casi imposible ver la sede del MOA desde Libertador o desde Alcorta y menos imaginar que allí se trabaja en la restauración de obras de arte. "La idea es también habilitar una muestra permanente de arqueología de la Ciudad. Cosas que hoy están desperdigadas o guardadas en depósitos y que no se exhiben en ningún lugar", cuenta Schavelzon.

Los túneles luego pasaron a transformarse en un depósito de acetileno y querosene y para 1956 quedaron inutilizados.

Lo afirman estudiosos del fenómeno
Un lugar clave en el circuito del tango en Buenos Aires
Algunos dicen que el Hansen era un lugar para bailar tango. Otros, que sólo se bailaba ocasionalmente. Aunque todos coinciden en que el café era un lugar para niños ricos, que iban a conocer mujeres y a enredarse en las trifulcas que se armaban casi a diario. Los estudiosos del tango también son unánimes al afirmar que, a principios del siglo XX, el Hansen era clave en el circuito tanguero.

"Tuvo importancia porque, además de restaurante, funcionó como lugar de baile -cuenta Gabriel Soria, vicepresidente de la Academia Nacional del Tango-. Y allí se bailaba un tango muy bien bailado porque, en sus inicios, era un lugar elegante. En la década de 1910, en el Hansen tocaron orquestas típicas, como las de Roberto Firpo y Francisco Canaro. Ellos en una entrevista recuerdan que solían armarse peleas entre los muchachos bien". Es que al Hansen iban los chicos ricos a "tirar manteca al techo". "Iban a buscar chicas y todo terminaba en peleas, a veces con tiros y sillas volando por el aire", dice Soria.

El investigador Oscar del Priore dice que en el Hansen se bailaba ocasionalmente. "Es importante para el tango porque fue uno de los lugares más famosos donde se tocaba el género. De tarde funcionaba como una confitería inofensiva. Pero a la noche, era más denso, porque iban las patotas y los tangueros".

"El Hansen es recordado en el tango 'Tiempos Viejos', con música de Canaro y letra de Manuel Romero, un director de cine que también lo inmortalizó en sus películas 'Los muchachos de antes no usaban gomina' y ' La rubia Mireya' -señala Soria-. No se sabe si existió Mireya, pero sí es seguro que encarnaba a las mujeres que iban al Hansen a conocer hombres, muy bien vestidas y con buenas joyas".

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